Se abre el telón…
Aparece un buró estilo francés de nogal tallado con motivos grecorromanos, guarda de bronce y remates de hoja de acanto. Sobre él se exhiben unas figurillas finísimas de porcelana y una colección de marcos de pan de oro con retratos de posados.
Se cierra el telón, ¿qué ves? Cualquier persona que entre en esta casa por primera vez dirigirá su mirada inmediatamente hacia el llamativo buró. Y esto está muy bien cuando las visitas que recibimos son de nuestros familiares y amigos, a los que queremos mostrar orgullosos nuestro estilo. Sin embargo, cuando se trata de recibir visitas de compradores potenciales, nos interesa llamar la atención sobre las posibilidades que nos brinda el espacio. El home staging no persigue decorar de un estilo u otro, sino ambientar para vender
Moraleja: si nuestra casa debe gustar por su estilo estamos apañados. Quizás pasen 37 visitas hasta que entre a la que le guste el estilo rococó. ¡Y todo por culpa de un buró!
Se encienden las luces…
Aparece una habitación mal iluminada y estrecha. La persiana, torcida, deja entrever unos cristales sucios por los que entra una luz tamizada. Una bombilla parpadeante pende del techo de la habitación, que salvo un viejo somier arrinconado frente a la ventana aparece completamente desprovista de mobiliario o decoración.
Se cierra el telón, ¿de qué película hablamos? Pues no, no es un plano de Cadena perpetua, sino el dormitorio de una vivienda vacía, que intuimos por el polvo acumulado, lleva mucho tiempo a la venta. A nadie se le escapa que las viviendas cerradas sufren deterioro y falta de mantenimiento. Además, si están vacías las fotos no nos dicen nada, no nos dan suficiente información sobre las habitaciones ni sobre sus dimensiones. Una actuación de home staging a tiempo te ahorra meses de venta infructuosa.
Se levanta de nuevo el telón…
Aparece una mesa con cuatro sillas descolocadas. Sobre la mesa, la escena típica de después de una comida: vasos medio vacíos, platos sin recoger con restos de comida y migas de pan sobre el mantel.
Se cierra el telón, ¿dónde nos encontramos? Una vez más, no es el chiringuito de tu zona de veraneo, sino la cocina sin recoger del día antes de una visita inmobiliaria. Parece obvio señalar que antes de recibir la visita de un posible comprador hemos de recoger y limpiar a fondo la casa para producir una buena impresión. Hay que estar preparados porque un mal olor o la sensación de dejadez pueden echar atrás una posible venta.
Moraleja: nos encanta el pescaíto frito, pero nunca antes de una visita inmobiliaria. Guarda trastos, ordena, limpia, sube persianas y ventila. Gastarás unas horas, pero ahorrarás más tiempo de venta.
Luces, cámara… ¡arriba el telón!
Se abre la puerta y aparece una casa luminosa, espaciosa y con una frescura cautivadora. Según el anuncio la vivienda tiene más de 20 años de antigüedad, pero parece como nueva. Sus actuales propietarios deben de haberse gastado un dinero en reformarla y mantenerla. La entrada es amplia, da la bienvenida y no hay que ponerse de lado para pasar. El salón no es muy grande, pero tiene un ventanal con vistas magnífico. La cocina está en buen estado, y aunque el estilo de los armarios está un poco pasado, entra mucha luz y el espacio está bien aprovechado. Con una pequeña reforma se le puede sacar mucho partido. En el dormitorio caben todos los muebles de noche, y aun así sobra espacio para un pequeño escritorio junto a la ventana. Creo que es lo que buscaba, me veo viviendo aquí por muchos años…
Moraleja: como cualquier producto a la venta, la presentación del inmueble es un factor clave y hará que posibles inconvenientes se minimicen contrarrestados con muchas otras virtudes. El propósito del home staging no es más que preparar para vender, ayudar a las visitas a visualizar su futuro hogar. Puedes contratar a un profesional por tu zona, o si eres apañado, puedes hacerlo tú mismo. Acelerarás los tiempos de venta y sin necesidad de rebajas de precio. Todo un win-win.
Fuente: idealista.